El genio aspira al ideal: hacia el eleva, lleno de uncion artistica, religiosa o cientifica, el fragil caliz de su organismo psicofisico; y el ideal, lo divino, que a todos nos cobija, el " Cristo en el hombre ", que diria San Pablo, desciende hasta el genio, como desciende de la cumbre el agua o el rayo de la nube. El fuego de la inspiracion, baja asi de los cielos abstractos; es asi consagrado el caliz, y aquel Prometeo, que osado le elevase, consigue, a costa casi siempre de su felicidad y aun de su vida, robar un poco del celeste Fuego para darselo a sus hermanos menores, o sea a nosotros.
Tal es el caso de beethoven, quien, por la via de la armonia musical, arranco paginas enteras de verdad y de luz al Misterio que nos cerca. Por eso , y no por razones menores, calificamos a Beethoven de Gran Iluminado.
Su vida y la mision que en ella desempeño, fue un incomparable sacerdocio. Por eso, cuando tengais el alma profundamente agitada, debeis oir a Beethoven. El serenara vuestra tempestat. Vuestro dolor, turbacion, duda o desconsuelo; vuestros sentimientos obscuros, comfusos, sombrios..., haran resaltar doblemente todos los tesoros de magestuosa pureza que se encierran en la sobrehumana musica de Beethoven....Despues, al recordar que lo que acabais de oir es la inspiracion recibida por uno de vuestros semejantes, olvidareis todos los crimenes y errores de la humanidad, que no son pocos, aun aquellos de que hayais sido victimas directas; vuestro corazon se henchira de una piedad inmensa y os sentireis orgullosos de ser hombres.
Por eso Friedrich Kerst, en su obra" Beethoven:el hombre y el artista revelado por sus propias palabras", - dice: La musica de Beethoven no era tan solo una manifestacion de lo bello; un arte; sino toda una religion de la que el mismo se sentia sacerdote y profeta. Toda la misantropia engendrada en el por sus desdichadas relaciones con la humanidad, no fueron capaces de apagar en su corazon su devocion constante hacia este ideal, que se esforzo siempre en traducir con la mas refinada expresion artistica, y nutrir y acrecentar mediante la meditacion filosofica.
Beethoven no fue un hombre, sino la personificacion de todos los hombres, con sus defectos, sus meritos, sus infortunios, sus dichas y, sobre todo, sus esperanzas. De Beethoven la ultima palabra no se ha dicho ni se dira jamas. El no habita en este bajo mundo: siempre nos eleva a regiones superiores, haciendonos saborear sus delicias celestes...Su tipica personalidad cifra por entero en el cruel dualismo--dualismo de titanes--entre las ardientes aspiraciones del hombre de merito y la suerte miserable que con frecuencia place a Dios el otorgarle en este bajo mundo.
El nacimiento del titan de Bonn, el 17 de Diciembre de 1770, de padres pobres, le ungio ya con el oleo santo de la pobreza y del sacrificio que le acompañaran hasta el sepulcro. Como el divino Mozart, tuvo tambien un padre y un abuelo musicos, y su primera desgracia fue la de no hallar en sus padres, al nacer, aquellos tiernos afectos que siembran de rosas de ilusion la primera senda de la vida. Nos hallamos en presencia de un muchacho testarudo y rebelde a toda direccion, defectos agrabados por los tratamientos de un padre brutal y borracho, cuyos castigos, en la forma tan habitual de los tirones de orejas, acaso fuesen la causa de su sordera.
La fisonomia de Beethoven era severa e imponente, desde la niñez. Beethoven no tuvo niñez ni juventut. El terrible estigma del trabajo y del dolor se grabo sobre el casi desde los primeros balbuceos: los puros placeres del hogar le fueron negados, puede decirse, desde la cuna hasta el sepulcro, y las lagrimas vienen involuntariamente a los ojos cuando uno lee en sus biografos aquellos pasajes en los que el niño infeliz, dormidito en las crudas noches del invierno aleman, era arrancado del calor de su cama por la violencia de un padre y de un maestro borrachos, para que diese a altas horas de la noche la leccion musical que no le habian querido dar por el dia.
De 1793 a 1800 se entiende la unica epoca relativamente feliz de Beethoven.
Con el siglo XIX, el siglo de la rebeldia contemporanea, empieza para Beethoven la serie de amarguras que envenenaron su alma hasta la muerte. La conquista francesa de alemania, su patria, la caida y muerte del archiduque, su protector, sus multiples contrariedades amorosas que le negaran siempre la dicha de constituir un hogar; las ingratitudes de su sobrino karl, sus pleitos y, sobre todo, la iniciacion de su terrible sordera...No hay necesidad de mas precedentes para explicarnos su caracter y genero de vida en lo futuro.
Su resignada grandeza, sin embargo, se sobreponen a todas las miserias que le cercan, y su espiritu remonta hasta los cielos del Arte, donde todo es Armonia.
Poco despues de las cinco de la tarde de 26 de Marzo de 1827, cuando el Maestro yacia en el lecho de muerte, desde hacia varios dias y sin dar muestras de sentido, sobrevino de pronto una densa oscuridad seguida de un repentino chubasco...A la cabecera del moribundo solo estaban, su hermana y su gran amigo Huttenbrenner. El chubasco paso, dejando cubierto el suelo de agua y de nieve, cuando, de improviso, fulguro, un vivisimo relampago, seguido de un trueno pavoroso. Beethoven, cuyos ojos estaban casi cerrados, se incorporo de repente y, lleno de majestad ultraterrena, alzo solemnemente su brazo derecho como general que dirige un ejercito o, mas bien, como director de una inmensa orquesta: la orquesta de los elementos en su mas sublime paroxismo..., y en aquella actitud, diriase que desafiaba a la muerte...Todo paso en un instante: brazo y cuerpo cayeron pesadamente un momento despues; el heroe habia muerto, llevado en alas de la augusta tempestat aquel su incomparable espiritu.
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